RELACION ENTRE EL CAMBIO CLIMATICO Y LA BIODIVERSIDAD

Se espera que el cambio climático afecte a todos los aspectos de la
biodiversidad. Sin embargo, dichos cambios tienen que tener en cuenta los
impactos de otras actividades humanas pasadas, presentes y futuras, incluyendo
el aumento en las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2).


Por Juan Carlos Inzunza
Doctor en Ciencias Oceanográficas

En el ámbito mundial, las actividades humanas han causado y van a seguir causando una pérdida en la biodiversidad debido, entre otras cosas, a cambios en el uso y la cubierta de los suelos; la contaminación y degradación de los suelos y de las aguas (incluyendo la desertificación), y la contaminación del aire; el desvío de las aguas hacia ecosistemas intensamente gestionados y sistemas urbanos; la fragmentación del hábitat; la explotación selectiva de especies; la introducción de especies no autóctonas, y el agotamiento del ozono estratosférico. La tasa actual de la pérdida de biodiversidad es mayor que la de la extinción natural. Una pregunta esencial es ¿cuánto puede el cambio climático (ya sea de forma natural o inducido por el hombre) aumentar o impedir estas pérdidas de la biodiversidad?

Los cambios en el clima ejercen una presión adicional y ya han comenzado a afectar a la biodiversidad. Las concentraciones atmosféricas de gases de efecto invernadero han aumentado desde tiempos preindustriales debido a actividades humanas, sobre todo la utilización de combustibles fósiles y los cambios en el uso y en la cubierta de los suelos. Estos factores, junto a las fuerzas naturales, han contribuido a los cambios en el clima de la Tierra a lo largo de todo el siglo XX: ha aumentado la temperatura de la superficie terrestre y marina, han cambiado los patrones espaciales y temporales de las precipitaciones; se ha elevado el nivel del mar, y ha aumentado la frecuencia e intensidad de los fenómenos asociados con El Niño. Dichos cambios, sobre todo el aumento de las temperaturas en algunas zonas, han afectado a la estación de la reproducción de animales y plantas y/o la de la migración de los animales, a la extensión de la estación de crecimiento, a la distribución de las especies y el tamaño de sus poblaciones, y a la frecuencia de las plagas y brotes de enfermedades. Algunos ecosistemas costeros o aquellos en altitud y latitud altas también se han visto afectados por los cambios en el clima regional.

Se espera que el cambio climático afecte a todos los aspectos de la biodiversidad. Sin embargo, dichos cambios tienen que tener en cuenta los impactos de otras actividades humanas pasadas, presentes y futuras, incluyendo el aumento en las concentraciones atmosféricas de dióxido de carbono (CO2). Para la amplia gama de escenarios de aumento de CO2, se estima que la temperatura media de la superficie terrestre ascienda entre un 1,4 y un 5,8°C para finales del siglo XXI, que las zonas terrestres experimenten un calentamiento más alto que los océanos, y que las latitudes altas se calienten más que los trópicos. Se estima que la elevación del nivel del mar asociada con dicho cambio esté comprendido entre 0,09 a 0,88 m. En general, se espera un aumento en las precipitaciones en latitudes altas y en zonas ecuatoriales, y que disminuyan en zonas subtropicales aunque aumenten las fuertes precipitaciones. Se espera que el cambio climático afecte directamente a organismos individuales, a poblaciones, a la distribución de especies, y al funcionamiento de los ecosistemas (por ejemplo debido a un aumento de las temperaturas y cambios en las precipitaciones y, en el caso de ecosistemas marinos y costeros, se esperan cambios en el nivel del mar y fuertes tormentas repentinas) e indirectamente (por ejemplo mediante el impacto de los cambios climáticos en la intensidad y la frecuencia de fenómenos tales como los incendios forestales). La pérdida, modificación y fragmentación del hábitat, y la introducción y extensión de especies no autóctonas van a afectar los impactos producidos por el cambio climático. Una proyección realista del estado futuro de los ecosistemas terrestres debe tener en cuenta también las pautas de uso de los suelos y del agua, las que van a afectar en gran medida a la capacidad de los organismos para responder a los cambios
climáticos mediante la migración.

El efecto general del cambio climático estimado provocado por el hombre muestra que los hábitats de muchas especies se desplazará hacia los polos o hacia altitudes mayores respecto a sus emplazamientos actuales. Las distintas especies se van a ver afectadas de forma diferente por el cambio climático; van a migrar a diferente velocidad a través de paisajes naturales fragmentados, y muchos ecosistemas actualmente dominados por especies de larga vida (tales como árboles longevos) van a tardar mucho antes de que manifiesten los efectos de estos cambios. Por lo tanto, es probable que se modifique la composición de la mayoría de los ecosistemas actuales, ya que es improbable que las especies que componen dichos ecosistemas cambien de emplazamiento todos a la vez. Se espera que los cambios más rápidos sucedan cuando sean acelerados por cambios en patrones de alteraciones no climáticas tanto naturales como antropogénicas.

Cambios en la frecuencia, intensidad, extensión y emplazamiento de las alteraciones van a afectar la forma y el régimen a la que los ecosistemas actuales se van a ver reemplazados por nuevos grupos de plantas y animales. Las alteraciones pueden aumentar el régimen de pérdida de las especies y crear oportunidades para el establecimiento de nuevas especies.

En todo el mundo, cerca del 20 por ciento de los humedales costeros se podrían perder hacia el año 2080, como consecuencia de la elevación del nivel del mar. El impacto de la elevación del nivel del mar sobre los ecosistemas costeros (como por ejemplo los manglares y humedales costeros, y los pastos marinos) variará en diferentes regiones según la erosión causada por los océanos y los procesos de encenagamiento que ocurren en la tierra. Es posible que algunos manglares en las regiones costeras insulares bajas en donde las cargas de sedimentación son altas y los procesos de erosión son escasos, no sean particularmente vulnerables a la elevación del nivel del mar.

El riesgo de extinción va a aumentar para muchas especies que ya son vulnerables. Las especies con rangos climáticos limitados y/o pequeñas poblaciones son normalmente las más vulnerables a la extinción. Entre éstas figuran las especies montañosas endémicas y la biota restringida insular (por ejemplo, los pájaros), peninsular (tales como el Reino Floral del Cabo), o costera (manglares, humedales costeros y arrecifes coralinos). En contraste con esto, las especies con gamas amplias y no irregulares, con mecanismos de dispersión de largo alcance y grandes poblaciones tienen un riesgo de extinción menor. Existen pocas pruebas para sugerir que el cambio climático pueda disminuir la pérdida de las especies, pero existen pruebas que demuestran que pueden acelerar este proceso. En algunas regiones
podría darse un aumento de biodiversidad local (normalmente como consecuencia de la introducción de especies) pero las consecuencias a largo plazo son muy difíciles de predecir.

Cuando ocurren importantes alteraciones en el ecosistema (como por ejemplo la pérdida de especies dominantes o una gran proporción de las especies y por lo tanto gran parte de la redundancia), pueden ocurrir pérdidas en la productividad neta del ecosistema, al menos durante el periodo de transición. Sin embargo, en muchos casos, la pérdida de biodiversidad en ecosistemas diferentes y amplios debido al cambio climático no implica necesariamente una pérdida de productividad, ya que existe un grado de redundancia en la mayoría de los ecosistemas. La pérdida de la contribución a la producción de una especie determinada dentro de un ecosistema se puede ver reemplazada por otras especies. Los impactos del cambio climático en la biodiversidad ni los posteriores efectos en la productividad no han sido calculados a escala mundial.

Los cambios en biodiversidad a escala de ecosistemas y paisajes naturales, como respuesta al cambio climático y otras presiones (tales como la deforestación y los cambios en incendios forestales), podrían afectar aún más al clima mundial y regional, mediante los cambios en la absorción y emisión de gases de efecto invernadero y cambios en el albedo y la evapotranspiración. De forma parecida, los cambios estructurales en las comunidades biológicas en las capas superiores de los océanos, podrían alterar la absorción del CO2 por el océano o la emisión de precursores para los núcleos de condensación de nubes, causando unas reacciones o positivas o negativas en el cambio climático.

La simulación de los cambios en la biodiversidad como respuesta a los cambios climáticos presenta algunos desafíos importantes. Los datos y las simulaciones que se requieren para estimar la extensión y naturaleza de los cambios futuros en los ecosistemas y los cambios en la distribución geográfica de las especies son incompletos, lo que significa que estos efectos sólo se pueden cuantificar parcialmente.

Los impactos de las actividades para la mitigación del cambio climático sobre la biodiversidad dependen del contexto, diseño y ejecución de dichas actividades. El uso y el cambio en el uso de los suelos, y en las actividades asociadas con la silvicultura (forestación, reforestación, deforestación evitada, y las prácticas mejoradas en el manejo de bosques, tierras de cultivo y pastizales), tanto como la implantación de fuentes de energía renovable (hidráulica, eólica, solar y biocombustibles) pueden afectar a la biodiversidad. Dicho impacto dependerá de la selección del sitio y de las prácticas en el manejo de los mismos. Por ejemplo, 1) dependiendo del nivel de biodiversidad del ecosistema no forestal que está siendo sustituido, la escala que se toma en cuenta, y otros temas relacionados con el diseño y la implantación, los proyectos de forestación y de reforestación pueden tener impactos neutros, positivos o negativos; 2) si se evita y/o reduce la degradación de los bosques en zonas amenazadas/vulnerables que contienen grupos de especies que son inusualmente diversos, mundialmente raras o propias de esa región, se pueden proporcionar grandes beneficios a la biodiversidad, evitando al mismo tiempo emisiones de carbono; 3) las plantaciones bioenergéticas a gran escala que generan un gran rendimiento podrían tener efectos adversos en la biodiversidad cuando sustituyan a sistemas con una mayor diversidad biológica, mientras que las plantaciones a pequeña escala sobre terrenos degradados o en zonas agrícolas abandonadas podrían tener ventajas ambientales; y 4) un aumento de la eficiencia en la generación y/o empleo de energías basadas en combustibles fósiles puede reducir el uso de combustibles fósiles y, por lo tanto, reducir los efectos sobre la biodiversidad que se deben a la extracción de recursos, el transporte (como el envío por barco y/o por tuberías), y la combustión de combustibles fósiles.

Las actividades para la adaptación al cambio climático pueden fomentar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, y reducir el impacto sobre la biodiversidad tanto de los cambios climáticos como de los fenómenos climáticos extremos. Dichas actividades incluyen el establecimiento de un mosaico interconectado de reservas terrestres, de agua dulce y marinas de uso múltiple diseñado para responder a los cambios estimados en el clima, y actividades de manejo integrada de tierras y aguas para reducir las presiones no climáticas sobre la biodiversidad y, por lo tanto, hacer que el sistema sea menos vulnerable a los cambios climáticos. Algunas de estas actividades para la adaptación también pueden reducir la vulnerabilidad humana frente a fenómenos climáticos extremos.

La eficacia de las actividades para adaptación y mitigación se puede mejorar cuando se integran con estrategias más amplias diseñadas para hacer más sostenibles las rutas para el desarrollo. Existen sinergias potenciales ambientales y sociales e intercambios entre la adaptación climática y actividades para la mitigación (proyectos y políticas), y los objetivos de los acuerdos multilaterales ambientales (por ejemplo, la conservación y uso sostenible que son los objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica) además de otros aspectos del desarrollo sostenible. Estas sinergias e intercambios se pueden evaluar en lo que se refiere a la gama completa de actividades potenciales (entre otras cosas, la energía y el uso de los suelos, el cambio en el uso de los suelos, y los proyectos y políticas de silvicultura) a través de la aplicación de las evaluaciones del impacto social y ambiental en el ámbito de proyectos, sectores y regiones, y se pueden comparar con un conjunto de criterios e indicadores mediante el empleo de una serie de marcos para la toma de decisiones. Para esto, se tienen que adaptar y desarrollar aún más las actuales metodologías, criterios e indicadores para la evaluación del impacto de las actividades para mitigación y adaptación sobre la biodiversidad y sobre otros aspectos del desarrollo sustentable.

Entre las necesidades de información y los vacíos en las evaluaciones se incluyen:

· Una mejora del conocimiento de las relaciones entre la biodiversidad, la estructura y el funcionamiento del ecosistema, y la dispersión y/o migración a través de paisajes naturales fragmentados.
· Una mejora del conocimiento de la respuesta de la biodiversidad frente a cambios en factores climáticos y otras presiones.
· La realización de simulaciones de definición apropiada de cambios climáticos pasajeros y de ecosistemas, especialmente para la cuantificación de los impactos del cambio climático sobre la biodiversidad a todos los niveles, teniendo en cuenta sus respuestas.
· Una mejora del conocimiento de los impactos a escala local y regional sobre la biodiversidad de las opciones para la adaptación y mitigación del cambio climático.
· Un mayor desarrollo de metodologías, criterios e indicadores para la evaluación del impacto de las actividades para la mitigación y adaptación al cambio climático sobre la biodiversidad y sobre otros aspectos del desarrollo sostenible.
· La identificación de actividades y políticas para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad que pudiesen mejorar las opciones para adaptación y mitigación del cambio climático.

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